UTOPÍA Y VANGUARDIA.
ARTE RUSO EN LA COLECCIÓN COSTAKIS
El pasado 4 de julio se inauguró la exposición 'Utopía y vanguardia. Arte ruso en la Colección Costakis', con patrocinio de la Fundación Unicaja, y en la que se exhiben gran parte de los fondos del coleccionista greco-ruso procedentes del MOMus, Museo de Arte Moderno de Salónica, en Grecia.
La muestra reúne un total de 470 piezas y un centenar de objetos de archivo originales que testimonian la pasión coleccionista de George Costakis, desarrollada en la Unión Soviética, y que por primera vez se exponen en España.
Comisariada por Maria Tsantsanoglou, directora del MOMus, ‘Utopía y Vanguardia. Arte ruso en la Colección Costakis’ ofrece la oportunidad de conocer el desarrollo del arte ruso del siglo XX, desde el simbolismo y el postimpresionismo hasta el suprematismo y el constructivismo. Destacan obras de artistas influyentes como Kazimir Malevich, Liubov Popova, Ivan Kliun, Gustav Klucis, Mikhail Larionov o Pavel Filonov, entre otros, y muestra cómo estos movimientos artísticos influyeron profundamente en la evolución del arte moderno.
George Costakis, nacido en Moscú en 1913, fue un coleccionista apasionado que, a pesar de no tener formación artística ni contacto previo con las creaciones modernas, desarrolló un agudo sentido estético. Su interés por el arte experimental ruso comenzó en 1946 tras quedar impresionado por una obra de Olga Rozanova. A lo largo de tres décadas, Costakis reunió meticulosamente una colección notable de la vanguardia rusa, rescatando numerosas piezas del olvido y la destrucción. Su dedicación fue tal que, aunque en Moscú lo consideraban un «griego excéntrico que compra basura inútil», estaba convencido de que «algún día la gente necesitará y aprenderá a valorar este arte».
La exposición consta de tres apartados: Simbolismo y Cubofuturismo, Suprematismo y Constructivismo.
Con respecto al Simbolismo y Cubofuturismo, el primero y las tendencias postimpresionistas en Europa ejercieron una fuerte influencia en los jóvenes artistas rusos de principios del siglo XX, como lo demuestran los grupos Rosa Azul y Vellocino de Oro. Pintores como Vrubel y Borisov-Musatov introdujeron técnicas innovadoras en la composición y organización de la superficie pintada.
En 1910, reunidos dentro del grupo conocido como Vellocino de Oro, posteriormente disuelto y reemplazado por el la Sota de Diamantes, artistas como Malévich, Tatlin, Popova, Exter, Kliun, Larionov y Goncharova, entre otros, exhibieron sus obras en diversas exposiciones. Las pinturas de este periodo mostraban claramente la influencia de Cézanne, los cubistas franceses y el orfismo.
El cubofuturismo ruso, por otro lado, representó un desarrollo distintivo y autóctono, adoptando elementos del cubismo francés y el futurismo italiano, pero con una visión única y audaz que caracterizó el arte ruso de ese período. Popova, Morgunov, Lentulov, Kliun, Udaltsova, Exter y Rozanova tomaron, durante el período 1912-1916, diversas características del cubismo francés, al tiempo que daban a sus composiciones un agudo sentido del movimiento, al estilo de los futuristas italianos.
Kazimir Malevich, uno de los artistas más radicales de la vanguardia rusa, fue pionero en el Suprematismo, que debutó en la exposición ‘Última exposición futurista 0,10’, celebrada en Petrogrado, actual San Petersburgo, en 1915. El movimiento buscaba la supremacía de la forma y el color sobre cualquier contenido figurativo.
Fundador del grupo ‘Supremus’, se unieron al mismo Iván Kliun, Liubov Popova, Nadezhda Udaltsova y Olga Rozanova, y dirigió la escuela Unovis (Afirmadores del Nuevo Arte), una institución cuya misión era utilizar el arte para cambiar la percepción estética. La obra de Malévich, ‘Cuadrado negro’ (1915), se convirtió en el emblema del movimiento suprematista, representando tanto el fin del arte antiguo como el comienzo del nuevo.
El constructivismo ruso, una de las tendencias más importantes y el último gran movimiento dentro de la vanguardia rusa, hizo su aparición a principios de la década de 1920. Encabezado por figuras como Alexei Gan o Vladímir Tathin, exploró la relación entre el arte y la vida cotidiana. Los constructivistas se propusieron crear nuevas condiciones para la vida de las personas, con la ayuda de una nueva estética basada en la creación de formas y construcciones simples, lógicas y funcionales. La aplicación del constructivismo en la producción masiva de objetos cotidianos sentó las bases para el diseño contemporáneo y se llamó ‘arte productivo’.
Estos movimientos revolucionarios no solo transformaron la práctica artística en Rusia, sino que también dejaron una marca en el panorama artístico internacional, influyendo en generaciones posteriores de artistas y movimientos.
Como coleccionista de arte, Costakis durante las décadas de 1960 y 1970, convirtió su residencia de Moscú en un refugio para el arte prohibido de la vanguardia, funcionando como un Museo de Arte Moderno no oficial. Intelectuales y artistas aún recuerdan el famoso apartamento de la avenida Vernadskii, que atraía casi a diario a jóvenes pintores y estudiantes, diplomáticos y políticos extranjeros, artistas famosos, escritores y músicos. En 1977, Costakis regresó a Grecia, dejando parte de su colección a la Galería Tretiakov de Moscú. Murió en Atenas en 1990.
La otra parte, que consta de 1.277 obras, fue adquirida por el Estado griego en el año 2000 y se convirtió en la colección principal del Museo de Arte Moderno de Salónica. Además, la familia del coleccionista ofreció como regalo al espacio museístico su archivo, con importantes documentos del periodo de la vanguardia rusa, también presentes en esta nueva exposición.
MUSEOS DE MÁLAGA – COLECCIÓN MUSEO RUSO
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Málaga
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