RETRATO DE FRAY PEDRO DE OÑA DE FRANCISCO DE ZURBARÁN
Con motivo del Año Murillo que conmemora el IV centenario del nacimiento del gran pintor sevillano, el Museo ha prestado al Ayuntamiento hispalense una de sus más bellas representaciones religiosas, Santa Rosa de Lima, pintada por razones de su beatificación en 1668, o bien en 1671, cuando la hija del artista ingresó en el convento sevillano de Madre de Dios.
A cambio el público puede admirar durante unos meses la monumental y escultural efigie del mercedario burgalés Pedro de Oña en la sala de Arte Invitado del Museo.
La obra reúne de modo ejemplar las notas estilísticas que definen la pintura del maestro extremeño: un carácter escultórico de la figura, acentuado por un marcado claroscuro, y un magistral tratamiento de las telas, en una representación escueta a la vez que imponente”, explica Carmen Espinosa, conservadora-jefe del Museo y coordinadora del proyecto.
Fray Pedro de Oña
La monumental efigie del mercedario burgalés Pedro de Oña (1560-1626), obispo electo de Venezuela en 1601 y desde 1604 hasta su muerte obispo de Gaeta (reino de Nápoles). Oña fue catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela entre 1591 y 1594, años en los que redactó su comentario a la Física de Aristóteles que publicó en Alcalá de Henares, ciudad en la que había escrito e impreso su tratado sobre la Lógica (1588). A estos trabajos siguieron otros que se convirtieron en manuales en los Colegios de los Mercedarios Calzados y que acreditaron a Oña como uno de los frailes de la Orden de la Merced más ilustres de la época.
La pintura, restaurada en 2010, fue descubierta en 1950 por el marqués de Lozoya en el convento de las hermanas mercedarias de Sevilla, a donde había llegado hacia 1836 tras la desamortización del convento de la Merced –hoy Museo de Bellas Artes–, y adscrito al catálogo de Zurbarán por Diego Angulo. La obra reúne de modo ejemplar las notas estilísticas que definen la pintura del maestro extremeño: un carácter escultórico de la figura, acentuado por un marcado claroscuro, y un magistral tratamiento de las telas, en una representación escueta a la vez que imponente.
El retrato de fray Pedro de Oña pertenece a la serie de teólogos y predicadores mercedarios encargada a Zurbarán en 1628 para la Biblioteca del Convento de la Merced. De ella también forman parte, entre otros, los retratos de fray Pedro Machado –doctor en Artes y gran teólogo, filósofo y matemático–, del predicador fray Hernando de Santiago, de fray Jerónimo Pérez –vicario general de la Orden y profesor de Teología y Filosofía en la Universidad de Valencia– y de fray Francisco Zumel –doctor en Artes y consejero de los reyes Felipe II y Felipe III–, todos ellos conservados en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.