Exposición ORIOL MASPONS, LA FOTOGRAFIA UTIL
EL TESTIMONIO DE UNA ÉPOCA
Contemplar la exposición que el MNAC dedica al reconocido fotógrafo catalán Oriol Maspons, y que podrá visitarse hasta principios de enero del 2020, es, no hay duda en ello, un retorno al pasado. A un tiempo de evolución lenta y positiva de la sociedad española de mediados de siglo hasta mediados de los 90.
Una época donde la ilusión, las vanguardias, el crecimiento económico y una destacada y potente población juvenil, que reclamaba cambios y reformas, luchando por ellas, llenaban medios de comunicación y conversaciones de diversa índole. Un periodo de 30 años, el 70% de los cuales, bajo la dictadura del general Franco, que, si bien en ciertos ámbitos políticos y policiales ejercía un férreo control, no pudo impedir en absoluto la evolución de los acontecimientos y la transformación de España y sus habitantes.
Oriol Maspons (1928-2013) realizó una obra fotográfica donde el arte era la excusa, a pesar de querer obviar el mismo, pero la utilidad el objetivo final. La muestra, comisariada por Cristina Zelich, especializada en exposiciones de esta índole, exhibe cerca de 530 imágenes – tal vez demasiado densa y con muchas imágenes de pequeño tamaño – y recoge ampliamente los campos artísticos en los que se movió Maspons: el retrato, la moda y la publicidad, así como algunas fotografías inéditas del autor.
Dividida en 4 ámbitos: Amateurismo, Practica profesional I y II, Estudio y su promoción, la exposición permite pasease por las visiones de Maspons, y posteriormente con su asociado Julio Ubiña (1921-1988), de París, Londres, Ibiza, la comarca extremeña de Las Hurdes, el mundo de la tauromaquia, Nueva York, Cuba, Nicaragua y por supuesto Barcelona.
El fondo documental en el que ha trabajado el MNAC ha sido cercano a las 7.000 fotografías en papel, negativos y documentos. Una ardua e interesante tarea, que ha conllevado la digitalización del citado fondo, lo que permite una mejor conservación de los originales, y un acceso del público al mismo.
Tal como indica el dossier de prensa: El objetivo de esta exposición es hacer un amplio repaso de su obra, contextualizando su producción y apoyando la investigación en la recuperación de material documental –libros, revistas, carátulas de discos, etc. –de manera que permita conocer también el destino final de las fotografías del autor, así como la recepción de su obra en los medios especializados y generalistas de la época.
Y a Fe que lo consigue, pero con la complicidad de un espectador con una visión más histórica que de fotografía artística, si bien se demuestra que, en sus inicios, (mediados de los años 40 hasta mediados de los 50), sí buscaba la plasticidad en sus imágenes, y una expresión que invitase al espectador a un juego intelectual, que en ocasiones permitía a la casualidad armonizar con el arte. Sirva como ejemplo la imagen adjunta, a este texto, que unos años después recreó Català Roca, tal como puede comprobarse.
Prueba de que sus intereses artísticos primaban, son las fotografías que realizó para ilustrar un trabajo sobre fábricas, mientras cursaba estudios mercantiles, o las que presentó en el III Salón de la Fotografía Moderna, con claras referencias a Brassai, Cartier-Bresson o Doisneau, a quienes conoció en su estancia en París entre 1955 y 56, a través del club 30 x 40, fotógrafos estos de los que la Fundación Mapfre en Barcelona ha realizado exposiciones. Puede comprobarse, además, con las imágenes captadas de la Torre Eiffel que acompañan este texto.
Quien firma esta crítica, discrepa del texto de uno de los carteles que acompañan la exposición: Pronto comprendió que los objetivos del amateurismo no encajaban con su visión de la fotografía” (…) Así lo expresó en su artículo “Salonismo”, publicado en 1957 en la revista AF – Arte Fotográfico. Maspons rechazaba la fotografía como objeto de contemplación estética. Para él, la fotografía tenía una función útil…
Más que útil, una función comercial, que proporcionarse un cómodo modus vivendi. En absoluto es ilegítimo, pero si puede resultar falso, ya que los grandes nombres de la fotografía francesa citados anteriormente, han traspasado fronteras, y en cambio, Maspons se quedó en el ámbito catalán, principalmente, con trabajos y encargos para firmas españolas.
Posteriormente a su viaje a París, con escapada a Londres gracias a Català-Roca. Ibiza, en 1954, sus paisajes y sobre todo, las primeras turistas, absolutamente desinhibidas, en contraste con las gentes del lugar, atraen la atención Maspons, que si bien captó la esencia de una isla aun virgen, sin invasiones turísticas, ya le permitió entrar en el mundo de la moda o de las portadas de libros, con excelentes y atractivas imágenes, que demuestran que no renunció al elemento artístico por la utilidad, pero tampoco abandonó el mismo, pues le era absolutamente imprescindible para atraer al público y a posibles clientes.
Unas portadas de libros o discos, que respondían fugazmente a los contenidos de ambos, y que se presentan sin elementos dejados al azar.
Una cantidad de 530 imágenes abarca muchas escenas y contenidos, que por cuestiones de espacio es imposible reflejar en esta crítica. No obstante, merece especial atención al ámbito taurino, reflejado fuera del contexto de la plaza o corrida de toros, y enfocado en los preparativos o en el deseo o afición por ser torero a través de la escuela: Toreo de Salón, palabra e imagen, publicado por Editorial Lumen en 1963, que contó con textos de Camilo José Cela, e igualmente ayudado por Ubiña.
Otro aspecto interesante, y el más conocido de Maspons es la moda y la publicidad. Imágenes para la en aquellos tiempos conocida marca de colonia Lavanda Puig, que podían mostrar tanto a una pudorosa y glamurosa Venus, como a una sofisticada dama en la ópera en contraposición a una escultural y moderna joven. Los encendedores Flaminaire, y el trabajo para conocidas firmas de moda españolas, en las que las modelos, procedentes del extranjero, lucían sensuales y provocativas – dentro de lo que la censura admitía – fotografiadas en escenarios naturales o en rincones de pueblos y ciudades, puesto que Maspons no disponía aun de estudio.
Los deportes también fueron campo de cultivo para Oriol Maspons y Julio Ubiña, así como gran cantidad de diversos reportajes, publicados en el periódico La Gaceta Ilustrada, Triunfo y Destino.
Activo y participativo de los tiempos que le tocó vivir, finalizando la segunda década del siglo XXI, resulta casi conmovedor ver fotografías de conocidos personajes que fueron calificados como “la gauche divine”, gentes procedentes de la alta y media burguesía catalana, que se declaraban de izquierdas, pero vivían con todos los privilegios de la derecha. Artistas y personajes que acudían a la sala de fiestas Boccacio, Tuset Street (la calle Tuset) o al restaurante Casa Mariona situado en el actualmente conflictivo barrio del Raval, en aquella época llamado Barrio Chino.
Sin embargo, lo que más popularidad le dio, y tal vez rebajó su condición de profesional fue su colaboración con Luis Cantero para la revista Interviu, que en sus orígenes buscó el escándalo y una audiencia masiva, a través de reportajes que en la actualidad atentarían contra la intimidad de las personas y serían objeto de demanda judicial. De hecho, el 1978 tuvo serios problemas con el colectivo feminista, y se las vio ante los tribunales.
La muestra termina con unas imágenes dedicadas al estudio fotográfico Maspons-Ubiña, y a las singulares felicitaciones de Navidad que realizaban para enviar a sus clientes.
Tal como se ha relatado en esta crítica, una exposición documental, histórica, que invita a la reflexión de unos tiempos dónde era grande ser joven, a una cierta nostalgia por espacios y personajes ya desaparecidos, pero, ante todo, a la memoria histórica de una sociedad que vivió políticamente limitada, pero económicamente pujante.
Esta exposición, así como la digitalización del fondo documental Oriol Maspons, ha sido posible gracias al apoyo de Fundación Nando y Elsa Peretti y Agrolimen.
MNAC
Palau Nacional, Parc de Montjuïc, s/n,
Barcelona
https://www.museunacional.cat/ca
