Exposición CAPRICHOS
Delicatesen del Arte
Tarde llega esta crítica a una muestra que cerró su periplo hace escasos días. No obstante, bien vale la pena comentar algunos aspectos de la misma, para conocimiento de amantes y aficionados arte.
La galería Jorge Alcolea – Sala Nonell presentó del 23 de mayo hasta el pasado 13 de junio la muestra Caprichos, una exposición con cerca de unas 40 piezas exhibidas. Artistas emergentes como Helena Basagoñas, Gregori Saavedra, Mathias Krahn, Sergio Mora y Toni Riera conviven a la perfección con obra gráfica de autores consolidados como Joan Miró, Alexander Calder, Andy Warhol o Antoni Tàpies.
El nombre compuesto de esta sala de arte se remonta a 1973, con la inauguración, por parte de Alfonso Alcolea y Teresa Albero, padres del actual titular, de la Sala Nonell quienes se dedicaron principalmente a exhibir obra de artistas del Modernismo como Santiago Rusiñol, Ramon Casas, Joaquim Mir, sin olvidar otros estilos artísticos como los de Picasso, Juan Gris o Marià Fortuny.
Jorge Alcolea decidió emprender su propio camino galerístico, primero en California, como responsable de una galería en Santa Mónica (1989), y de regreso a España, hace ya más de tres décadas, con su propio establecimiento en la calle Claudio Coello, 28 de Madrid. Impulsor del Salón du Connaisseur, en la actualidad dirige y coordina el Salón del Arte Moderno (SAM).
En un momento en que la crisis del 2008 empezaba a quedar atrás, Jorge Alcolea manifestó en una entrevista publicada en ABC el 22 de julio de 2018, realizada por Alberto Velázquez:
(…) Hay necesidades básicas que atender (reconoce), pero al crecer económicamente y haber cierta estabilidad… ¿qué ponemos en las paredes? Una obra de arte es un testimonio de cultura».
Un comentario de este tipo es prueba fehaciente no tan solo de su amor e interés por el arte, como forma de vida, sino de su significado intrínseco para la propia historia de la humanidad.
En uno de los siguientes párrafos de la entrevista expresó lo siguiente:
«Nunca he recomendado el arte exclusivamente como inversión (nadie te lo puede garantizar), sino como un valor emocional, cultural, histórico. Hay que comprar lo que guste, para disfrutarlo, estudiarlo, para que pasen situaciones personales o familiares a través de él, para tener el recuerdo del momento en el que lo compramos...».
La opinión expresada ya hace algunos años, sigue manteniéndose en pleno vigor. Y de ello es testigo la muestra que comentamos.
Acompañados per Carles, perteneciente al personal de la galería, nuestro particular Cicerone nos adentra por el amplio espacio expositivo, en distintos aspectos de las obras que se exhiben, de alta calidad y a precios para nada exorbitados. Nos comenta la importancia de la obra de Warhol exhibida, una serie de piezas icónicas del artista que contiene una edición de Marilyns de los años 60, editada y producida por el renombrado Carnegie Museum of Art de Pittsburgh en el año 1986, excelentemente enmarcadas y debidamente firmadas por el autor en su momento, algo que garantiza el hecho diferencial de comprar en una galería de arte, con respecto a la actual masificación del mismo a través de las salas de subasta.
De Alexander Calder se presenta dos piezas: “The way to the word”, 1968 y “De móviles a criaturas” una litografía de 1976. Una representación sobre papel de sus particulares móviles. A través de la flexión y torsión que proporcionaba el alambre al artista, las figuras tridimensionales son trasladadas al dibujo, utilizando los tres colores básicos delineados con un trazo negro.
Sirva como curiosidad que los famosos móviles de Calder, aquí en obra gráfica, fueron tremendamente copiados a nivel comercial, y las madres de la época utilizaron muchos de ellos para colocados sobre la cuna de los bebes con la finalidad de ayudarles en el sueño. Alexander Calder terminó por odiar esta situación, llegando incluso a marcharse cuando encontraba a alguna «clienta» agradeciéndole el móvil para su bebé.
Un par de litografías de Tàpies, una de ellas Tàpies Maeght de 1981, en referencia a las exposiciones que la prestigiosa galería Maeght (actualmente Lelong) le organizó en París y Barcelona en ese mismo año, sin olvidar tres litografías de Joan Miró, nos permite adentrarnos en los óleos y también gráfica de los artistas emergentes, donde destaca tanto la figuración como el abstracción.
Las obras expuestas por Helena Basagañas (Barcelona, 1981) nos sumergen en un mundo de paisajes de masas de color, como fuerza y sujeto de la composición. De reciente producción, la gama cromática es suave, sin estridencias y su pincel es suelto y ligero. Obras para contemplar y meditar. No obstante, Basagañas también sabe trabajar una paleta fuerte y enérgica, con unas aglomeraciones y trazos enigmáticos pero excelentemente distribuidos, como nos lo demuestra en un Sin título de 2024.
Gregori Saavedra (Barcelona, 1968) periodista e ilustrador ofrece al espectador una obra de impacto visual, tanto por utilizar la ilustración como técnica, (que no deja de recordar al comic). La paleta solo el blanco sobre negro, y por la temática la crítica, la denuncia y la protesta. El arte como arma para manifestar las contradicciones y decisiones que afectan a la sociedad actual.
La figuración, con buenas dosis de surrealismo y cultura pop, la aporta Sergio Mora (Barcelona, 1975), pintor, ilustrador y dibujante de historietas, según indica Berta Colomer en el dossier de prensa. Las obras presentadas ofrecen una gama cromática de tonos fluor; colores brillantes y luminosos, en unas temáticas donde el sentido del humor está latente ante las situaciones surgidas de una mente artísticamente enloquecida. Su particular visión sobre las virtudes teologales (Fe, Esperanza y Caridad), transforma este último concepto en “Love” (amor), bajo el prisma de tres féminas con máscara y atributos artísticos como una guitarra eléctrica o una paleta de pintor, hacen que su transcurrir proceda más de una Arcadia feliz que no de una religiosa corte celestial, con la actualidad presente de los emojis de nuestros móviles.
Toni Riera (Barcelona, 1962), es tal vez el más “clásico” de los artistas presentados en esta muestra. Fotógrafo de profesión, sumerge al espectador en una visión del mundo marino de azul cobalto y blanco níveo, con un particular juego lumínico, reflejando un nuevo concepto de la fotografía, atrevido técnicamente y artísticamente innovador.
Dejamos para el final al artista motivo de visitar esta exposición por parte de quien escribe estas líneas: Matías Krahn (Santiago de Chile, 1972). Sus trabajos: “Re-verso” y “Árboles adentro”, ambas de este 2024, que según menciona el dossier de prensa: “requieren la templanza de un guerrero…” (algo un tanto exagerado). Sin embargo sí que estamos de acuerdo en “La paciencia de un artesano”, ya que observadas con detenimiento, exhortan a la precisión de un cronómetro, el pulso firme y templado, y una visión compositiva extremadamente nítida, que le permite expresar un particular cosmos de seres imaginarios y objetos inexistentes.
Unos trabajos que presentan una simbología que se enmarca entre lo esotérico, lo natural y lo existencial. Su contemplación induce a una extraña zozobra en absoluto destructiva, y que nos lleva a una sincera admiración. Unos trabajos que exigen horas de contemplación para poder captar la singular imaginación de su creatividad.
Caprichos, un título peculiar para una exposición, que surgió sin un motivo explicito, pero que acierta en el contenido, al tratarse de una delicatesen artística, que no defrauda ni al comprador ni al coleccionista.
JORGE ALCOLEA – SALA NONELL
C/ Johann Sebastian Bach, 16
Barcelona
https://jorgealcolea.com/
