CARLOS FRANCO: TAUROMANÍA
Por todos es conocido que cercana la mitad de la segunda década del siglo XXI, el Arte de Cúchares es debatido más por cinismo político que por propuesta popular. Defensores a ultranza de los animales más que de las personas, ignoran los ancestros y significado de las corridas de toros. Tenemos como ejemplo la España Ibérica, en la que era un símbolo solar fecundador de la tierra – el ruedo - y de la vida con su sangre, dio lugar a muchas celebraciones rituales y tradicionales en torno al sacrificio del toro. En Roma, el sacrificio en el circo romano. En Creta, los bailes con sus saltos y recortes por las jóvenes vírgenes consagradas al dios Minotauro. En la religión Mitriense, se sacrificaba al toro en honor al dios Mitra.
Sirva el preliminar anterior para adentrarnos en la exposición que la galería Miguel Marcos inauguró el pasado 13 de noviembre bajo el título de Tauromanía, con obras de Carlos Franco (Madrid, 1951), y que podrá visitarse hasta finales de diciembre. Amante de la tauromaquia – recordemos que palabra de origen griego significa lucha contra el toro - desde su niñez, gracias a la afición que le “contagió” su padre, la muestra presenta un conjunto de piezas de gran dinamismo, donde se aprecia una alegoría al ruedo taurino desde su vertiente más artística, a través de una pincelada enérgica e impulsiva, una gama cromática de excelsa luminosidad y unas composiciones de carácter figurativo que reflejan buena parte de la liturgia taurina. Pone especial cuidado en la captación de la luz y la atmosfera, distinguiéndose por su seguridad en el dibujo.
Como nos tiene acostumbrados el artista, destacado miembro de la llamada “Nueva figuración Madrileña”, sus trabajos vienen determinados por crear un estilo que enlaza formas de expresión clásica y contemporánea, incidiendo siempre en la reflexión y el análisis, partiendo del encadenamiento de hechos y narrativas. Tauromanía es un buen ejemplo de dominio figurativo no exento de ciertos elementos abstractos.
Sin olvidar que la tauromaquia sigue manteniendo los estigmas de la vida y la muerte de la tragedia, del fracaso y de la sangre en la arena, en esta muestra se huye, aunque se intuye, del sobrecogimiento de la lucha entre la inteligencia y el instinto. Con valor y respeto se marcan los tercios de lidia, se muestran los pases, verónicas, chicuelinas, puyazos, naturales, el rejoneo o los tiempos de entrar a matar, reflejando a su vez la soledad del hombre, vestido en traje de luces ante la incomprensión de la vida, enfrentándose a la fuerza bruta y a la irracionalidad, simbolizadas por el toro.
El público en el ruedo es una constante en esta exposición. Aunque su plano es secundario, es quien admira la bravura y nobleza del otro, la técnica del torero, la dificultad y variedad de los pases, la distancia entre toro y torero, y la armonía de la faena.
No obstante lo citado anteriormente, destaca una pieza donde un paisaje montañoso contempla las faenas de los toreros, con un espectador de espaldas al que se aprecia su sombrero: Una obra que encierra cierto misticismo; las montañas componen un peculiar ruedo que abriga los pases de los toreros, que no la presencia del toro.
Se dice que al toro nunca acaba de conocérsele del todo, y ahí entraña el misterio de la bravura, entre el esplendor y la gloria que es lo que ha querido reflejar Carlos Franco en Tauromanía, y la arriesgada apuesta artística de la galería Miguel Marcos por exponer obras que entrañan una falsa controversia política y social, pero que artísticamente destacan por su pasión y entusiasmo.
Galeria Miguel Marcos
C/Junqueres, 10
Barcelona
https://www.miguelmarcos.com/es/index
