EL ENTIERRO DEL CONDE DE ORGAZ (1586) - 4ª Parte
La Inquisición fue uno de los instrumentos de poder de Felipe II. En otros países eran exclusivamente las autoridades eclesiásticas las que juzgaban a herejes, infieles y brujas, para después encomendar al Estado la ejecución de la sentencia. En cambio, en España, la parte procesar era también incumbencia del monarca, quien nombraba directamente al gran inquisidor, y tenía, además, intereses directos en la persecución de los no católicos.
En efecto, los árabes, establecidos en la península Ibérica durante 700 años, fueron derrotados militarmente de una manera definitiva en 1492. Sólo podían permanecer en el país las familias musulmanas convertidas al cristianismo. Lo mismo cabe decir de los judíos que también fueron obligados a bautizarse.
Aunque cientos de miles de judíos y musulmanes habían abandonado el país, y todavía seguían abandonándolo, Felipe II creía que la España católica estaba amenazada por los infieles, que sólo se habían convertido al cristianismo en apariencia, y también por los herejes que preparaban secretamente la insurrección.
La Inquisición funcionaba como una especie de policía secreta, que se encargaba de mantener el orden, y entregaba los bienes de los condenados a la Corona.
La persecución religiosa y racista fue una de las causas más importantes de la decadencia del reino. Los judíos estaban especializados en el comercio a distancia y en las finanzas, y contaban con los mejores médicos y muchos profesores universitarios. Gracias a los sabios y traductores judíos, se vertieron del árabe al latín, textos olvidados de filósofos antiguos.
Los musulmanes a su vez, venían cultivando zonas extensas del país, y habían construido los pertinentes sistemas de regadío. Tras su expulsión, los cambios se perdieron, las aldeas se despoblaron y el comercio se desplomó. Ahora bien, para Felipe II, los eclesiásticos, los grandes de España y buena parte de la población, todo ello era menos importante que la defensa de la Fe.
De todos modos, no fue esta religiosidad desentendida lo que llevó a Felipe II a ocupar un puesto en el cuadro. También otros pintores como Durero en su Altar de todos los Santos, de 1511 encumbraron a prominentes contemporáneos suyos. Podían hacerlo apoyándose en San Agustín en cuya “ciudad de Dios”, los ámbitos celestiales y terrenales aparecían unidos entre sí, y cuyos textos autorizaban a los pintores a representar a los mortales como seres celestiales.
Monumento a un sacerdote
El sacerdote lector era Andrés Núñez, párroco de Santo Tomé por aquellas fechas. A él se debe el encargo del Cuadro a El Greco. Fue esta obra el último acto de una campaña mantenida por Núñez a lo largo de varios años para honrar a Gonzalo Ruíz, y en definitiva, para honrarse a si mismo.
Lo primero que hizo fue intentar el traslado de la tumba. En señal de humildad, según se dijo, el piadoso canciller de Castilla se había reservado como tumba de sus huesos un ángulo poco propicio en la iglesia de Santo Tomé. Núñez pensó en un lugar más digno, pero sus superiores no le autorizaron con una nueva sepultura, pues “las manos de los pecadores” no debían tocar un cuerpo rozado por las manos de los santos”… continuará
Rose Marie & Rainer Hagen
Los secretos de las obras de arte
Taschen – Biblioteca Universales