EDITORIAL CULTBOOKS
EDWARD G. ROBINSON – TODOS MIS AYERES
Los lectores de Cuadros de una Exposición.es saben que este medio de comunicación digital se dedica al ARTE, en todos sus ámbitos y expresiones.
Y una de esas vertientes es el coleccionismo de arte. Por lo tanto, no debe sorprender al amigo lector que hagamos mención y difusión de una peculiar, irónica, ilustrativa autobiografía, donde el humor se encuentra muy presente: Todos mis ayeres. Una autobiografía es un interesante volumen para cinéfilos de pro, en la se descubre la personalidad teatral y cinematográfica de un versátil actor Edward G. Robinson, quien relata a su amigo Leonard Spielgass, autor de 75 guiones cinematográficos, sus avatares en el mundo de la interpretación y su pasión por el arte.
A lo largo de su vida reunió una colección de arte valorado en 3.000.000 de dólares. Aunque con motivo del divorcio de su primera esposa y el correspondiente reparto de bienes, su colección se vio mermada, gracias a su segunda esposa, la volvió a incrementar.
Actor, recordado principalmente por sus actuaciones cinematográficas en el espectro del cine negro, (Hampa Dorada, La mujer del Cuadro, El Premio, etc.), también fue uno de los primeros que invirtió buena parte de sus beneficios en la gran pantalla en la creación de una de las más importantes colecciones de arte de todos los tiempos. Durante los años 20, cuando la gran mayoría de norteamericanos lo hacía en acciones de bancos y empresas, a él no le afectó el “Crack del 29”, porqué como el mismo confiesa en el libro: “tenía el dinero en cuadros”.
Robinson, de origen judío y cuyo autentico nombre era Emanuel Goldenberg, reconoció que si en el cine: “no me hubiera convertido en un asesino, no habría tenido los medios para satisfacerme” como coleccionista. Y sin duda hay que considerar sus afirmaciones, ya que su fondo de arte lo constituyeron casi un centenar de obras: Toulouse-Lautrec, Van Gogh, Picasso, Matisse o Modigliani, Picasso, Pissarro, Reonoir (Fillette au Chapeau à la Plume Rose formó parte de su colección, así como Le Pendule noire de Paul Cézanne), además de ser uno de los primeros en comprar obra de Frida Kahlo. Culto y refinado, se encargaba personalmente de su colección, visitando galerías y museos desde su juventud.
Cuidadoso con la elección de sus obras, visitaba galerías y marchantes, y si bien escuchaba sus consejos, se guiaba por su instinto y sus conocimientos.
El mismo Robinson le expresa en su apasionante autobiografía:
“… Se debe creer lo que un artista cree en lo que está pintando; ha de tener algo que decir (la vida es un asco; la vida es un sueño; odio la vida, etc. Lo que sea); y luego debe tener el conocimiento, la técnica y la formación para plasmarlo en un lienzo. Puede distorsionar ese conocimiento, puede tergiversas esa formación, pero inicialmente debe estar ahí, en un sentido clásico…”
“Pero una advertencia. Si les gusta o les genera algo, ignoren lo que digo y compren la obra. Ustedes y el artista (o el supuesto artista) han establecido una conexión. Y ¿hay algo más importante?”
Una curiosidad aportada por Cuadros de una Exposicion.es con respecto a la obra Avant le Théâtre que ilustra estas líneas: En 2017 la sala Christie's subastó la obra, que por aquel entonces pertenecía colección personal de la filántropa y mecenas de las artes, Barbara Lambrecht. por 2.045.000 Libras Esterlinas, que al cambio actual en suponen 2.372.200 €.
Hall B. Wallis, directivo de la Warner Brothers lo califico como «Actor, amante del arte, filántropo y ahora escritor; su libro es una conmovedora y valiente revelación de un hombre del Renacimiento...”
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