CONSTRUYENDO NUEVOS MUNDOS (COLECCIÓN IVAM)
Una atractiva exposición con un recorrido instructivo
Durante este verano, Caixaforum Barcelona ha proporcionado a sus visitantes dos interesantes exposiciones, la que titula este artículo, Las vanguardias históricas (1914-1945) construyendo nuevos mundos (colección IVAM), aparentemente individuales una de la otra, pero que en realidad constituyen toda una lección de historia de arte, primero a través de las Vanguardias y a continuación del más rabiosa contemporaneidad, como es La pintura, un reto permanente (Colección “La Caixa”)
Gracias a la colección procedente del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM), cuyo origen se remonta a la donación realizada en su momento por Julio González, y tomando como hilo conductor el centenario de la Bauhaus, el visitante ha podido realizar un singular viaje en el tiempo contemplando piezas superadas por el diseño, la publicidad, los algoritmos y la inmensa cantidad de inputs que constantemente recibe nuestra mente, imposibles de captar en toda su amplitud.
Las Vanguardias históricas (Construyendo nuevos mundos) ha sido comisariada por José Miguel G. Cortés y Josep Salvador. Con un total de 162 piezas entre lienzos, dibujos, obra gráfica, carteles, esculturas y objetos, la propuesta expositiva reúne a algunas de las primeras figuras de la escena creativa de las primeras décadas del siglo XX: André Breton, Marcel Duchamp, Juan Gris, Man Ray, Joan Miró, Walter Gropius, Gustav Klucis, Joaquín Torres-García, George Grosz, Francis Picabia, Frantisek Kupka, Paul Klee, Alexander Rodchenko, Olga Rozanova, Valentina Kulagina, El Lissitzky, László Moholy-Nagy, Julio González, Jean Arp, Constantin Brancusi, Alexander Calder, Natalia Pinus, Arshile Gorky, Luis Fernández, Kurt Schwitters, Grete Stern, Robert y Sonia Delaunay, Max Ernst, Josep Renau y Ella Bergmann Michel, entre muchos otros, y por supuesto, con piezas de la colección Alfaro Hofmann, única en su concepto de guardar para las futuras generaciones, elementos de diversa índole, utilizados en la vida cotidiana.
El visitante curioso observa una muestra donde la geometría compone el núcleo central de la misma, siendo además motivo, para proporcionar obras donde ésta no permanece estática, sino que invita al movimiento. Y tiene toda su lógica. El recorrido se inicia en 1914, coincidiendo con el comienzo de la terrible “Gran Guerra”, donde se hunden los imperios de esplendor decimonónico, para dar lugar a una sociedad ávida de innovar, de avanzar, de ser consciente de lo que se ha dejado atrás, y de la incertidumbre que se presenta.
Distribuida en cinco ámbitos: El dinamismo espacial, Cuerpos soñados, La transformación de la vida cotidiana, El misterio de las formas y Experiencias fragmentarias, la exposición oscila entre el surrealismo y la creación onírica, y el asalto a la tradición con la finalidad de romper moldes y esquemas.
Ese surrealismo, en el que puede englobarse la pintura metafísica o la de tintes oníricos, que en realidad fue una forma de supervivencia ante los acontecimientos bélicos que estaban sucediendo, y de su posterior crisis económica. Su finalidad absoluta era la ruptura de la razón y la lógica, y de los diversos reglamentos comunicativos existentes. Un surrealismo que representaba una muy definida actitud vital, a fin de transitar entre lo tangible y lo intangible, es decir, entre objetos y símbolos.
Del lado opuesto, está ese romper con la tradición, con lo arcaico, y también con un cierto establishment social y político. Existía también una febril vida urbana, la embriaguez de la velocidad, y la búsqueda incansable de nuevos contexto y formas de expresión artística que huyeran de la realidad para centrarla en la emoción.
A partir del estallido de la Primera Guerra Mundial, empezó a emerger un ambiente proto-dadaista, cuyo principal promotor fue Marcel Duchamp, y que finiquitaría en los años veinte.
El alzamiento del Fascismo, del Nazismo y el éxito de la revolución de Octubre de 1917 en Rusia, dan lugar a cambios de pensamiento fundamentales que el arte refleja con crudeza en ocasiones, y en otras, con vehemente apuesta de porvenir.
La exposición concede el espacio requerido a Duchamp y Man Ray, para quienes su visión de futuro, tenía algo de profético que acabó cumpliéndose, pues no hubo artistas más adentrados en lo desconocido, y todo ello gracias a su actividad pública y su influencia inspiradora, ante el horror y el derrumbe que supuso la Gran Guerra.
La muestra concede algunas prerrogativas a la abstracción, y su línea argumental se ve perfectamente delimitada con los distintos objetos de uso cotidiano: radio, tocadiscos, cafeteras, secador de cabello, etc. en los que se aprecia un importante avance y una mejora hacia la comodidad, rompiendo en parte con la tradición, en parte con lo obsoleto. Es decir, abriendo fronteras para cambiar el mundo, desde todos los ángulos.
La muestra se complemente con unos breves espacios cinematográficos en los que destaca el famoso descenso por las escaleras del Acorazado Potemkim de Einseintein, que visito desde el siglo XXI, sigue siendo impactante, y por el contrario la crítica la modernización y al robo del tiempo por parte de Charles Chaplin y sus tiempos Modernos.
Un catálogo realizado con papel reciclado, que fomenta costes económicos – una forma de avance también de cara a la ecología-, se añade a la muestra. En el mismo, unas frases de Pilar Parcerisas definen con claridad toda la exposición: Todo apunta a un nuevo horizonte en el arte y la cultura; se formulan nuevos problemas e interrogantes que piden la construcción de un nuevo lenguaje plástico, el cual debe transcurrir paralelamente a la creación de un nuevo mundo.
CAIXAFORUM BARCELONA
Avda. de Francesc Ferrer i Guardia, 6-8
Barcelona
