NIVEL Y CALIDAD EN EL ARTE CONTEMPORÁNEO
Tal como ya se ha mencionado en la crítica dedicada a la muestra: Las vanguardias históricas (1914-1945) construyendo nuevos mundos (colección IVAM), podría decirse que la “continuidad”, con un cierto salto en el tiempo de las Vanguardias hasta 1945, es la exposición que ahora ocupa estas líneas.
Una muestra absolutamente innovadora para quien firma este artículo, puesto que reconoce que por primera vez, ha podido contemplar obras de una calidad extraordinaria, de grandes nombres del arte contemporáneo nacional e internacional como: Gerhard Richter, Sigmar Polke, Julian Schnabel, Ángela de la Cruz, Antoni Llena, Joan Hernández Pijuan, Victoria Civera, Sean Scully Robert Ryman, Juan Uslé, etc., así como numerosas nuevas incorporaciones, que afortunadamente dan a la colección una imagen de alto jivel, algo que personalmente había dudado con referencia a las exposiciones Comisart, tal como puede comprobarse por los siguientes enlaces:
La exposición, comisariada: Nimfa Bisbe, jefa de las colecciones de arte de ”la Caixa”, y con un total de 39 obras de 33 artistas, se enmarca, según indica el dossier de prensa: en la voluntad histórica de la entidad de contribuir a incrementar la capacidad de generar conocimiento y sensibilidad hacia el arte más actual. Dar a conocer la creación contemporánea rompiendo las barreras que a menudo la separan del público es uno de los objetivos de ”la Caixa” en el ámbito cultural.
El propósito es loable, pero me temo que los objetivos no es posible cumplirlos por una razón de sencillez aplastante y de realidad implacable: el público, en general, dispone de nulos conocimientos sobre arte contemporáneo, y no está exento de realizar las burlas oportunas al mismo, algo de lo que fui testigo mientras visitaba la muestra.
A pesar de lo explicito de las cartelas y paneles, el auditorio asistente a este tipo de exposiciones, y por supuesto, generalizo, no es partidario de leer, ni de pensar. Cuando visita una muestra, sólo ve, mira y apenas observa, porque no se deja llevar y le es complicado comprender lo que está viendo.
El arte contemporáneo se basa en la emoción, en la fuerza de exponer una idea o un concepto, y también en la crítica, a veces irónica, a veces amarga de la sociedad actual, huyendo del realismo de la figuración que envuelve nuestra vida cotidiana.
La muestra, como es habitual en todas las de Caixaforum, se divide en varios ámbitos: El aura de la pintura, El silencio de la monocromía, Geometría expresiva, Fragilidad enigmática, Lapsus de la figuración y finalmente, Reflexiones y mutaciones.
Tales conceptos son perfectamente reconocibles para quienes veneramos el arte, su historia su evolución, y estamos abiertos a nuevos planteamientos, encontrándonos en más de una ocasión con la mediocridad más absoluta.
Y, aun así, en ocasiones, la contemplación de la obra, no nos aporta la visión que el artista ha querido mostrar en la misma, y que es convenientemente explicada; a veces nos proporciona elementos de reflexión mucho más profundos, en otras discrepancias absolutas con lo que se nos indica.
Así, es difícil comprender el “arte povera”, la utilización de materiales de deshecho o no reutilizables para crear obras conceptuales donde el significado es lo que cuenta, y en las que la colocación de los elementos que forman la obra, también crea distorsión en la contemplación.
El radical contraste existente entre la obra de Ettore Espalleti: “Habitación rojo púrpura” y el “Don Quijote se encuentra con Don Corleone” de Julian Schanbel, da pie a visiones de placida armonía, no exenta de cierta sensualidad en el primero, y de desgarro y ferocidad extremas en el segundo, hasta tal punto el que título es una ironía de Schanbel. Lo expuesto es fácil de observar y comprender por quienes estamos habituados a ello, pero a pesar de las cartelas, ¿lo ve igual el gran público?
El demoledor enrejado de George Baselitz en su obra: “Motivo estropeado”, donde se advierte un atisbo de vida entre barrotes o rejas, por las vehementes pinceladas en rojo y amarillo, permite un extraño “paralelismo” con la obra de Scully “Gabriel”, cuya uniformidad y orden extremo que hacen pensar en muros de ladrillos, también dan a entrever separación, frontera y cerrazón, siendo la denominación de la obra otro toque de ironía: el del arcángel Gabriel.
Quienes solemos visitar exposiciones con frecuencia, y, por lo tanto, leemos y nos informamos sobre el arte, su evolución y tendencias, estamos totalmente comprendemos y aceptamos sin titubeos este tipo de obras. Al contemplar en las uniformidades una forma de represión y de encierro, y en los enrejados aislamiento, todo ello en base a una crítica o un grito de alarma. No obstante, ¿cuál es la comprensión del gran púbico? ¿Puede sentirse identificado con este tipo de obras o se aleja de ellas?
La instalación de Jessica Stockholder: Air-Padded Table Haunches, título de traducción casi imposible, juega con el color y los objetos, constituyendo una estancia donde los elementos dejan de ser funcionales, para convertirse en símbolo o expresión cuestionando la bi-dimensionalidad y apostando por estar en el entorno, tener presencia y actitud en el mismo, huyendo de la decoración para incidir interactuar con el espacio y el espectador.
Marepe (Acrónimo de Marcos Reix Peixoto), juega con la tridimensionalidad de la escultura y la instalación, en base a unas singulares estalactitas y estalacmitas, que, a diferencia de sus homónimas en las cuevas subterráneas, el color conjuga la instalación y permite que la abstracción de la pieza, de forma definida, pero de simbología imprecisa, capte la atención del espectador dentro de una faceta decorativa y divertida, lo que presupone también un concepto novedoso para el arte actual.
Más explícito es Cruz Villegas y su: Autorretrato ciego escapándome de mi mismo, tratando de recordar el año que fue publicado Mille Plateaux, evidentemente un título excesivamente largo, sin duda. A través del color lila y su sentido del equilibrio, el bienestar, la dulzura y calidez que transmite, nos presenta en forma piramidal, una pieza formada por materiales cotidianos: servilletas, recibos, pósits, tarjetas de visita y un largo etc., de papeles que constantemente nos envuelven y de los que el artista pretende huir, como forma de manifestar el caos al que la sociedad está sometida. No obstante, casi podría decirse que es un tributo al papel, puesto que, con las nuevas tecnologías, el uso del mismo tiene tendencia a cierta reducción.
Antes de finalizar esta crítica, bien merece tenerse en cuenta a Juan Uslé, donde a través de Asa-Nisi-Masa y Guantánamo, se perciben unas piezas a simple vista inspiradas en el papel pautado de las composiciones musicales, ya que el artista combina la geometría con las sensaciones que imprime a su gesto. En ambas obras la oscuridad, lo incomprensible se hace manifiesto. Hay tenebrismo en el primero y esclavitud en el segundo, eso sí, en nombre de la libertad.
Y dentro de esos parámetros de turbiedad, la obra de Kesrtin Brätsch: Representación inestimable talismánica de un Schrättel, el hecho de ir en busca de la pintura y de las posibilidades infinitas que plantea, a través del uso de papel marmóreo, transmite al espectador una visión cromáticamente compleja y vibrante, con aparente leve definición figurativa, ya que en la práctica, es la obtención de un trabajo inusitado.
Estos y otros muchos que forman parte de esta muestra, proporcionan un conjunto temáticamente equilibrado y a nivel de exhibición los contrastes facilitan a un visitante curioso, y mínimamente informado sobre la actualidad artística, una muestra donde en general prima el color, sin obviar materiales, y de significados bastante crípticos, en ocasiones, difíciles de discernir para el gran público, por lo que esa intención de contribuir a incrementar la capacidad de generar conocimiento y sensibilidad hacia el arte más actual, se queda en intención, pero encanta a los amantes y conocedores del Arte.
CAIXAFORUM BARCELONA
Avda. de Francesc Ferrer i Guardia, 6-8
Barcelona
