KEIKO OGAWA – TEMPS ATURAT ENTORNOS URBANOS, SOLEDADES PRESENTES
Nuestra tecnológica cotidianidad, en la actualidad formada por inputs de todas clases, y en la que grandes espacios de líneas rectas, modernos y vanguardistas, sin grietas ni fisuras, permiten que enormes ventanales dejan entrar en fríos y funcionales hábitats de oficinas, comercios o viviendas, la luminosidad exterior, convive con entornos pertenecientes no sólo a otras épocas, perfectamente conservados, sino a un pasado no muy lejano que en muchos casos se degrada por falta de mantenimiento, y que aún persiste en ofrecer un simbólica y añeja presencia, algo que la obra de Keiko Ogawa supo reflejar a la perfección en la exposición que del 9 de noviembre al 16 de diciembre del 2017 ofreció en la galería Jordi Barnadas de Barcelona.
Temps aturat (Tiempo detenido) presenta un conjunto de trabajos donde una figuración basada en un realismo de pincelada fluida y vehemente, de una paleta de tonos naturales y cálidos, en la que el juego lumínico se desarrolla a placer dentro de una composición y estructura bien plateadas, y en los que la figura solitaria de la pintora ejerce de eje de unión, en entonos en los que el tiempo se ha parado sin justificación, dando protagonismo a la presencia impertérrita de una soledad personal y de ambiente, en unos espacios que indican al espectador que fueron testigos de eventos familiares o de juegos infantiles, de risas y de llantos… de vida humana, pero que la dictadura implacable de Cronos ha hecho sucumbir en el silencio y el abandono.
El visitante a la galería pudo observar una obra en formado grande, siempre en técnica mixta sobre lienzo equilibrada, sin agresividades y estudiada en cuanto a perspectiva, espacio y volumen, y sobre todo muy intimista, no por la concepción de ámbitos, sino por el hecho de retratar su entorno personal, dentro de una temática absolutamente cotidiana, simple, expresando a pesar de la soledad, también serenidad y espiritualidad. No hay ningún tipo de artificio, ni detalles explícitos, pero toda la obra está envuelta de emociones y sentimientos constantes.
Si bien la mayoría de escenas de la muestra, exhiben interiores urbanos, destaca tanto por su concepción técnica como contraste con los citados trabajos, la pieza San Cristóbal, al tratarse de unas ruinas explícitas, donde sólo unos arcos en las paredes permanecen en pie, y de los que la Naturaleza se ha adueñado en parte de un edificio que por el título y por la temática, se entiende que fue eclesiástico.
Un cielo luminoso en contraposición con una suelo de tierra y hierbas configuran una obra extraña dentro del contexto expositivo, sin figuras, pero con la evidencia de que también fue un receptáculo de vida.
Una muestra de una artista oriental residente en nuestros lares, que aún conserva la esencia de su país, al mostrarnos una obra muy occidental, pero con rasgos de cultura oriental.
Galeria JORDI BARNADAS
C/ Consell de Cent, 347
Barcelona